El Botín

Como no podía ser de otra forma, de estos días de asueto guardé algunos para el descanso en un bello  pueblo vallisoletano, visitando a la familia y degustando a dos carrillos los productos propios de la Ribera del Duero.
 Y cómo no, nos trajimos a casa un surtido de las exquisiteces de esa bendita tierra, eso sí, en  caja de cartón y en autobús, como manda la tradición. Y conociéndome, os preguntareis si no he vuelto con algún artefacto para restaurar o alguna antigualla para deleitarme. Pues si amigos, también hubo hueco para ello en mi valiosa caja de los tesoros :  
                                                Un pucherito de los de antes.
                                                Dos platos de hierro y porcelana con ribete negro.
                                                Dos tazones de desayuno  también del mismo material.
                                                Y un chisquero antiquísimo que me regaló el dueño de la ferretería donde
                                                compré todo el lote. (Debió pensar que estaba como una cabra, por que me 
                                                dijo : pues seguro que te gusta esto también, y allá que lo apañé con un
                                                "éste me lo regalas ¿no? ", que después de lo que me había cobrao, una 
                                                servidora se merecía un obsequio).                                                                       
                                      Todo nuevo a estrenar pero fabricado vete a saber en que año.
También sumé una bonita sartén de tres patas oxidada, que encontré en el huerto de Miguel y que no se sabe de dónde salió.
Visitando Medina del Campo, no pude por menos que curiosear (que fino me ha quedado, en realidad esperé media hora  a que abrieran) en una de esas tiendas Remar, donde venden muebles y artículos de decoración antiguos. Y habéis acertado, salí de allí  triunfal armada con un taburete de tres patas de estilo nórdico.
Como podéis suponer el susodicho ya no cabía en la caja, así que ni corta ni perezosa lo coloqué estrategicamente en lo alto de la mochila  (pesaba como un condenao calculo que unos 6 kg. ya que el asiento es macizo, pero como iba en la bodega del autobús lo tuve que cargar poco rato a la espalda). 
Aquí os dejo las fotos de los hallazgos :

 Vino de la Ribera del Duero, cortesía de Nico y Susana. (elaboración para consumo propio.¡Delicioso!)
 Una docena de sabrosos huevos de yema color amarillo intenso, de las gallinas de Cesar (olvidé ponerlos 
 en la foto).
 Magdalenas consistentes, de las que no se rompen cuando las mojas en la leche.
 Rosquillas y molletes no aptos para regímenes estrictos.
 Sabrosos : Chorizo, queso, jamón (lo siento pero ya fue devorado) y pan del pueblo, para las meriendas  
 mas calóricas.    

Hete aquí el monstruo (cariñosamente hablando)

Ya veremos que hago con él, aunque me gusta mucho su actual estampa.