Restauración de un taburete

Los que me seguís habitualmente ya conocéis a nuestro protagonista de hoy. No vino en un barco con nombre extranjero, si no que viajó de Medina del Campo a Barcelona en la bodega de un Coche de Linea,  encaramado en mi mochila y abrazando mis pertenencias para no extraviarse de mi vida.
 La primera vez que lo vi me produjo una inmensa ternura. Ese pequeñín, de patas delgaditas y  ropa desgastada y sucia, tenia muy buena estampa.
Llegar a casa y ponerme manos a la obra fue todo uno.
Retiré el viejo tapizado (saqué unas cuantas tachuelas) y ¡oh sorpresa! mirad lo que guardaba en su interior :                                                                                                                 

                        ESPARTO
El esparto es una fibra natural, proveniente de una planta con el mismo nombre. Sus hojas se utilizan en la fabricación de sogas, zapatillas, esteras y antiguamente también  como relleno de tapicerías y colchones.

Y  aprovechando el día tan fantástico que hacía, lo lavé con jabón (no os cuento de que color salió el agua), y lo extendí al sol para que se secara bien. 

En esta foto puede observarse la "cuna" realizada en tela de saco como contenedor  para el relleno.



El siguiente paso fue retirar el barniz de las patas, cosa nada complicada ya que se deshacía solo.
Tres capitas de nuevo barniz incoloro satinado, lijando suave entre capa y capa, dejaron a nuestro amigo listo para recibir un nuevo traje.
Tuve varias dudas para el tapizado, pero una tela bordada que tenía guardada hacia tiempo, fue la que ganó la partida. (Era la tela de un vestido que casí no me había puesto, no es lo mas indicado para tapizar, pero me gustó el estilo que le daba).

Paso a paso, el esparto, la guata y la tela.  

Yo, armada con mi flamante grapadora eléctrica ( cortesía de los Reyes Magos),  fui forjando el que sería descanso de posaderas, pero con estilo

Aquí os dejo el resultado final, la funda está hecha a mano (el bordado ya venía en la tela), ya que esos monstruos llamados máquinas de coser, nunca se me han dado bien.

 Aquí tenéis el antes y el después

Sé que no es perfecto, pero a mí me gusta mucho el resultado.