Me falta ella.
La mesa del rincón al lado de la ventana carece de sentido ahora.
La primera vez que pisé el Café Marina llovía. Entré buscado refugio, y un cafecíto caliente que amortiguaran el frio de aquel día de principios de Diciembre.
Me gustan las mesas de los rincones, puede ser un símbolo de la timidez que me caracteriza, por eso ese día busque con la mirada si había alguna con esa particularidad y que estuviera desierta.
Solo había una al fondo a la izquierda, pegada al gran ventanal que mostraba el día gris, y los paraguas coloreados de transeúntes apresurados de camino a no se sabe dónde.
En ese momento estaba ocupada por una mujer de edad avanzada. Su cabello de un rojo apagado, ondeaba a sus anchas enmarcando unas facciones que -aunque repletas de tonos de lo mas inesperado-, aún resultaban atractivas. Sobre la mesa un pequeño bolso verde, la funda de unas gafas negra bordada con punto de cruz, una pitillera de la cual asomaban tres cigarrillos ávidos por ser consumidos, un cenicero con dos colillas, y una taza de café con gotas resecas y carmín tatuando su borde.
Sus manos regordetas maravillosamente arregladas, lucían unas largas uñas brillantes a juego con el pintalabios. (En ese momento pensé que las asas de las tacitas de café son sumamente pequeñas cuando tus dedos son de un tamaño considerable).
Miraba hacia la calle, escudriñaba a los viandantes con ansia, me dio la sensación de que esperaba a alguien que debido a la lluvia llegaba con retraso.
Jamás la vi acompañada. Nunca oí su voz.
Han pasado dos años.
Hace tiempo que no está.
La mesa del rincón ya no es lo mismo. Ahora la ocupan parejas de amantes incipientes o amigas que comparten confidencias entre risas.
Me falta ella....
Y quiero pensar que por fin, aunque tarde, un bello día de otoño llegó lo que tanto ansiaba, arrancándola de su melancolia. Clara
Qué bonito¡ Clara: debes preguntar por ella, me has dejado intrigada.
ResponderEliminarLo mismo, se marchó con quien tanto esperaba
Yo, también prefiero las mesitas del rincón, son más acogedoras
( sobre todo, si ves algún plasta a quien no quieras invitar o que te vea...)
Bss, me ha encantado tu relato
Una historia muy peculiar la de esta cafetería y su clienta tan llamativa a tus ojos. Supongo que esa mujer esperaba y esperaba a la persona que nunca llegó y se cansó de tanto esperar y decidió no volver a tomarse un café sola en una cafetería en un rincón.
ResponderEliminarEstas historias tuyas son muy curiosas y me alegro de que las compartas con nosotros y nos dejes tan pensativos como siempre haces. Echaba de menos un relato de este tipo y gracias a la señora del rincón y su café parece que por fin ha llegado una.
Un besote Clara
Bueno Clara, para no variar, me ha emocionado mucho esta historia que cuentas, gracias por compartirla.
ResponderEliminarNo sé si te gusta el temilla este de que te otorguen premios, para mi te los merecerías todos, si es así y quieres puedes pasarte por mi blog a recogerlo
Bsos guapa
Gracias María. Ahora mismo me paso a recogerlo.
EliminarBesitos
Clara! Me encanta lo que escribís, me transportaste al café y hasta vi a la señora. Muy lindo :)
ResponderEliminarBesos!
Vicky de Zoco Bereber.
Un bello relato lleno de observación, detalle a detalle nos haces entrar en el Café y una vez allí ,casi llegar a apreciar a la solitaria dama que quizás un día vuelva, esta vez acompañada!
ResponderEliminarUn beso grande, apreciada Clara
Preciosa historia, abierta en su final, para que cada uno la remate según su optimismo o pesimismo...
ResponderEliminarahyy Clarita que estas historias tan llenas de sentimiento y nostalgia ( que son preciosas pos cierto ) son para cuando los animos estan sanos , me han emocionado mucho tus palabras al igual que los demas comentarios , ha sido un balsamo para mi , darme cuenta de la gran familia que sea ido forjando a mi alrededor , muchos besos y gracias
ResponderEliminarMe has recordado al corto "El sueño del caracol" (si no lo has visto, he aquí el enlace: http://www.youtube.com/watch?v=0iM1alyOR8w). Dicen que te arrepientes más de las cosas que no has hecho que de las que has hecho, por eso intento no quedarme nunca esperando, prefiero derribar puertas, a ver qué pasa ;)
ResponderEliminarGracias, precioso corto. Yo también soy de las que en algunas situaciones prefiero "pedir perdón que pedir permiso", dar el paso y arriesgar antes que quedarme con la duda.
EliminarBesitos Marta
Que belleza de relato para una tarde lluviosa y húmeda. El otoño llega también a tus escritos. Me voy a acurrucar en la mesa del rincón a tomarme un cafecito.
ResponderEliminarBesitos
Con todo lo que relatas es como si estuviera ahi contigo...me he transportado a ese lugar que tan bien describes...es reLidad o ficción?qué habrá pasado con esa señora?es muy raro después de tanto tiempo que ya no esté???!!!!!!averigualo porfa...
ResponderEliminarBesitos escritora!!!!
Hay Clara¡¡¡ me tocaste mi sensibilidad con esa tuya... y hiciste que se me escaparan algunas lagrimas... esta historia veridica o imaginada da mucho que pensar... y si es cierta ojala vuelvas a ver la señora pero esta vez acompañada. un beso muy grande .
ResponderEliminarEsté dónde esté, está en tu memoria y en tus letras.
ResponderEliminarPrecioso café Marina, dame su dirección (y encima, por lo visto, dejan fumar !milagro!)
Un cuento entrañable y delicado, intenso como el café que deja espuma y sabor en la boca.
Besitos.
Seguro que fue eso Clara y ahora disfruta de este otoño maravilloso en compañía.
ResponderEliminarQue bien te desvuelves también con las letras!! Como me gustaría sentarme delante del teclado y que las palabras fueran asaliendo para poder construir un relato aunque fuera chico:)) Al o mejor algún día la encuentras de nuevo allí.
Un beso.
Que historia mas estupenda y bonita!!besos
ResponderEliminardezazu.blogspot.com.es
Tal vez porque estemos acostumbrados a lo más comercial, echo en falta un desenlace de este bello relato, o quizás quisiera pensar que acabó de manera feliz....
ResponderEliminarDe cualquier modo he de decirte que lograste transportarme al Café Marina del que nos haces tan preciada descripción, hasta imaginé mi bolso colgado en una de esas sillas Thonet mientras contemplaba a la misma señora...........
Cuánto tienes para dar, amiga, cuánto nos sacas de adentro.....Me dejaste con la miel en los labios.
Has pensado alguna vez en publicar alguno de tus hermosos relatos??
Un beso, Clara...piensa, piensa.....
Clara me has hecho recordar una historia similar,mi marido y yo cada semana íbamos a un restaurante a comer y una mesa siempre estaba ocupada por un señor muy bien vestido con unas costumbres un tanto peculiares y los camareros siempre lo atendían como el deseaba,hasta que un día dejamos de verlo,pero yo al contrario de ti ,no pude reprimirme y quise saber porque ese señor ya no acudía a comer.
ResponderEliminarBesos
Una historia maravillosa.
ResponderEliminarUn saludo
Es curioso cómo hay algunos sitios que relacionamos con personas y al revés también... y las historias que llegamos a imaginar sobre una simple visión. Y nuestra capacidad en fantasear un desenlace que nos apetece y quizá no tenga nada que ver con la realidad. Me encanta tu final que no lo es...
ResponderEliminarBesitos y gracias.
Que historias tan bonitas nos cuentas de vez en cuando, me encanta leer tus cosas aunque algunas veces no se como expresarte lo que siento y decirtelo en los comentarios....Besos vales para todo.
ResponderEliminarMaravillosa historia!! Seguro que existió un final feliz para ella, seguro, seguro... Nos encanta como escribes, de verdad.
ResponderEliminarNos has dejado tocadas de melancolía.
Besinos
Hola te acabo de conocer me gusta tu blog¿quieres que nos sigamos?
ResponderEliminarte espero en mi blog.
http://sonymingoss.blogspot.com.es/
Bonita historia Clara.
ResponderEliminarYo hubiera cogido mi café en la barra y me hubiera sentado a su lado. La curiosidad siempre me puede cuando encuentro personajes inusuales que llaman mi atención.
El salir sola tiene esas ventajas, conocer otra gente fantástica que también está sola. Y es que yo tengo mucho palique y la facilidad de ponerme a hablar casi con cualquiera, y pasarme horas, y descubrir personajes maravillosos.
Si algún día te la vuelves a encontrar en el Café Marina, no lo dudes, siéntate a su lado y habla con ella mientras las dos disfrutáis de un café.
Besitos.
Que lindo relato clara!
ResponderEliminarcuánto que transmiten tus post! todavía estoy pensando en el de la "viejita hada"!
y me habia perdido la cómoda de abajo, un lujo! divina!
besos
Eres una poeta amiga mía !, que lindo escribes ,, y nunca preguntaste que paso con ella?..
ResponderEliminarPrecioso relato Clara y muy bien contado. ¿Seguro que no eres una afamada escritora? Ja ja Me ha gustado mucho la forma que tienes de contar las cosas y de ver cosas que muchas veces no vemos.
ResponderEliminarBesos
Muy bonito. Me gusta el don que tienes de escribir. Yo me veo en este café Marina, con este suelo de baldosas hidráulicas, sentada en estas sillas y saboreando un café... Sí, sí, me veo...
ResponderEliminarUn beso y gracias por esta historia tan tierna.
Anne.
Que historia más Penelopesca, me has puesto los pelillos de punta... me da buen rollo entrar en tu mundo de vez en cuando.
ResponderEliminarNo pares.
Lou
Hola Clara.
ResponderEliminarLeyendo tu relato, además de ponerme los vellos como escarpias y mis ojos cargarse de lágrimas, he conseguido ver el café y la señora, como si lo hubiese visitado yo misma.
Besotes
Jolín Clara, cómo escribes!! Cuando unes la mente y las manos haces una mezcla perfecta tanto para los tuneos, como para estos relatos!! Enhorabuena :)
ResponderEliminarBesitos
Bonito relato, Clara, es lo que tiene ser observadora. Yo también soy de rincones y pasar desapercibida, pero tu relato demuestra que para sorpresa de uno siempre hay alguien que te observa.
ResponderEliminarAbrazos.
Me he tele transportado a ese café Marina (en Coruña hay uno y tal y como lo describes, es de características similares) y parece que estuviera viendo a esa mujer de cabello rojo apagado, su bolso verde, sus tres pitillos... que bien lo has narrado Clara... eres maravillosa!!
ResponderEliminar¿Qué habrá sido de ella?
Besos.
Si se puede, la mesa de la esquina. Seguro que ahí pasan más cosas...
ResponderEliminarPrecioso relato.
Qué bien nos has descrito ese Café, Clara. Me ha encantado leer tu relato, tanto que me ha emocionado. Es un lujo como escribes y un auténtico placer leerte. Un beso fuerte.
ResponderEliminarHola te invito a pasar por mi blog que tienes un premio esperándote
ResponderEliminarBesos
Andrea
Que bello relato, amiga... Me encanto la descripción del café y como nos van introduciendo en el alma del personaje... Muy bueno, muy bueno
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Es un relato precioso!
ResponderEliminarSi miramos con detenimiento,veremos en los sitios menos sospechados, muchas soledades encubiertas.
Abrazos.
Precioso relato.
ResponderEliminarQue tengas buen finde.
No se ha ido, Clara, solo se ha trasladado. Hoy la he visto en un café de mi barrio, sentada en la mesa del fondo, con su pelo rojizo, su bolso verde, su pitillera y la tacita de café frente a ella. Al verme ha tomado su taza, la ha levantado hacia mí y ha sonreído porque sabe que tú la has estado recordando. Besico.
ResponderEliminarYa decía yo.....
EliminarUn besote Diego
Sobrecogedor el relato y muy bien escrito, te recreas en los más mínimos detalles, algo a lo que nos tienes acostumbradas en cada trabajo que realizas....BESOS
ResponderEliminarFELIZ FIN DE SEMANA
Yo quiero pensar lo mismo..
ResponderEliminarMe falta mas relato...
Te voy a presentar a Carmela, probablemente su vida ha sido muy distinta a la de Marina (la he bautizado, perdoname) pero estoy segura de que ambas tienen en comun que se han tomado la vida despacito, con calma, deleitando a sorbitos ese cafe.. dejando huella en aquellos que las observaban
http://www.youtube.com/watch?v=280aTeLaT1o
Me falta mas relato.. que bonito escribes.
Un beso Clara!
Me falta mas video...
EliminarCarmela es perfecta como es.
Me falta mas video...
Gracias por presentarmela.
Un besote Anna!
Preciosa entrada. Es un entrada otoñal. Una entrada que nos hace pensar que nuestras vidas , todas, tienen su otoño. Puede ser un otoño pasajero, o definitivo. Espero que aquel rincón siga teniendo vida después de ella.
ResponderEliminarUn beso.
Venía a ver qué hermoso mueble habrías restaurado y me has sorprendido con este relato tan climático, no hay forma de no sentir que se está allí, en el Café Marina, compartiendo parte de la vida con esos personajes solitarios, que parecen esperar una eterna oportunidad.
ResponderEliminarUn beso grande.
HD
Por cierto, voy a estar presentando mi libro en Barcelona el 12 de diciembre, ya voy a dar mayores datos en mi blog, quien te dice que tal vez...
Me encanta observar a la gente....imagino como serán sus vidas...
ResponderEliminarBESOS CLARA
Hola Clara .
ResponderEliminarPrecioso relato ,gracias por tu comentario en mi blog ,buena semana!!
¡¡ Precioso .... !!
ResponderEliminarFeliz semana.
Besitos guapa.
Maravilloso relato, he podido visualizar el lugar, la protagonista y oler el café y hasta su perfume: ¡qué bien escribes!
ResponderEliminarBesos y feliz comienzo de semana
O que se fue a la cafetería de enfrente, donde ponen el café en tazones con asas grandes...
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Me encanta como lo has contado, una entrada preciosa , no ocnzco el lugar, pero tal y como lo has contado, como que hubiera estado...Un beso.ANA
ResponderEliminarUn relato precioso y muy apropiado para el día de hoy que ha salido fresquito y un tanto otoñal. Escribes muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo
Me gustó mucho tu relato y la forma de escribirlo. Muy disfrutable. Saludos, Elena
ResponderEliminarQue relato que me transporta en sus imagenes visuales al sitio y a aquel café, imaginando las secuencias grabadas en el tiempo.
ResponderEliminarPrecioso.
Besos
Fantastico!
ResponderEliminar